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David Díaz: Podría desaparecer la filosofía

enero 26, 2017

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«Yo por mi parte, y con independencia de la situación, lo que he intentado siempre transmitir a los alumnos es lo apasionante que puede ser mi materia; la aventura intelectual que implican incluso los desarrollos conceptuales aparentemente más abstractos y abstrusos; el hallazgo que se oculta tras nociones aparentemente obvias. Y lo he intentado transmitir siempre en y a través de los propios contenidos de mi asignatura; porque de éstos es de lo que se trata (es decir, que soy lo que los pedagogos actuales llaman, con desdén, un “esencialista pedagógico”). Y no a pesar, en contra de, o indiferentemente a dichos contenidos, como parecen estar empeñados en pensar los teóricos de la “revolución pedagógica” del EEES, que parecen creer que los contenidos y su transmisión son lo de menos, dado que, según ellos, supuestamente andan flotando por ahí en alguna nube del espacio virtual, fácilmente accesibles ya de antemano para cualquiera en el ciberespacio. Ellos presuponen que esos contenidos, tomados en sí mismos, carecen de capacidad para suscitar ningún interés, y que, por tanto, la tarea de la enseñanza consiste en utilizar alguna artimaña metodológica, sazonada con ingredientes tecnológicos, para intentar atraer a los alumnos, a su pesar, hacia esos supuestamente antipáticos contenidos (y por ello, afirman que todo aquél docente que no emplee tales tácticas anda repitiendo lo mismo que ya hacían los copistas de los monasterios medievales o los Dozenten de las universidades alemanas de inicios del XIX en sus Vorlesungen, leídas literalmente de un papel de cabo a rabo; con lo que su docencia resultaría superflua, además ser él mismo un mal profesional, carente de ética).

– ¿Qué consecuencias crees que tiene para la sociedad la sucesiva eliminación de las humanidades en el sistema de educación pública?

Pues ¡qué quieres que te diga!; evidentemente, creo que tiene consecuencias nefastas. Creo que el tópico de que un pueblo más ignorante es también un pueblo más manipulable, no por ser tópico es menos verdadero (aunque por otra parte, también soy escéptico hacia la presunción de que el conocimiento sea suficiente para hacernos libres, o de que el saber histórico vacune contra los errores cometidos en el pasado: baste mirar los movimientos neonazis en Alemania y Austria, donde, más que menos, llevan desde la post-guerra machacados por el peso de su propio pasado, intentando rumiarlo). Esta eliminación de las disciplinas de Humanidades es un corolario del modo de pensar que se ha hecho dominante hace tiempo, y que algunos vinculan con el neo-liberalismo económico: lo que no rinda dividendos, es perjudicial para la sociedad y no tiene razón de ser, de modo que es un lujo costoso o una veleidad perjudicial, y debe desaparecer. En el caso particular de la Filosofía, este modo de pensar se ha convertido en una verdadera campaña de descrédito a nivel social, político e institucional (“¿Pero a qué es a lo se dedican esos señores, los profesores de Filosofía, y para qué sirven?”), que me temo ha arraigado en amplios sectores de la opinión pública. Y esto no se arregla con buscarle a la Filosofía una especie de justificación a tono con las exigencias del momento. Es precisamente así como se ha “patrimonializado” la Historia del Arte, llevándola a los terrenos propios de los estudios de Turismo y Gestión Cultural. Y así se ha querido también justificar la persistencia residual de la Filosofía a nivel institucional y educativo, sosteniendo que su importancia consiste en que “inculca valores” o en que “sirve para fomentar el pensamiento crítico” (lo cual implica una preconcepción muy particular, más bien chata y bastante interesada, de qué son los “valores” y en qué consiste el “pensamiento crítico”). Todo eso no son más que cuentos de caminos: la Filosofía no consiste en ninguna de esas dos cosas. Cuestión distinta es que ahora interese reciclar a unos señores que parecen haber quedado sin función útil, para que desempeñen estos roles. También es cierto que la Filosofía (si uno no entiende por tal cualquier cosa; a diferencia de cuando se usa “filosofía” como sinónimo de la noción más vaga de “pensamiento”, por ejemplo, al hablar de “pensamiento oriental”, “pensamiento maya”, etc., donde se está hablando de algo distinto…) es una formación cultural y discursiva muy particular, que no siempre ha existido, ni necesariamente continuará existiendo siempre. La filosofía es algo que surgió y se desarrolló en unas condiciones materiales y culturales peculiares, que la hicieron posible; esas condiciones podrían estar desapareciendo ahora, y con ellas, bien podría desaparecer la Filosofía.»

Fuente: «David Díaz Soto-Doctor en Filosofía«

2 comentarios
  1. Muchas gracias por compartir la entrevista de David Díaz Soto, esperamos que os haya resultado interesante

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